Los desafíos del suministro de agua en Brasil

Brasil tiene dimensiones continentales y es uno de los países con mayor disponibilidad de recursos hídricos en el mundo, sin embargo, tiene problemas con sus indicadores hídricos. Según los datos más recientes, solo el 83,7% de la población cuenta con una red de abastecimiento. Es decir, casi 35 millones de brasileños no tienen acceso a un bien tan básico para su existencia.

El acceso al agua tratada y al alcantarillado es bastante desigual en todo el país. En general, las áreas urbanas tienden a tener mejores tasas, mientras que las áreas rurales, irregulares y remotas son las más afectadas. En estas áreas, menos del 30% de los hogares están conectados a alguna red. La mayor parte del suministro de agua potable se obtiene de pozos y manantiales de ríos.

En cuanto al acceso al alcantarillado sanitario, el escenario es aún peor: solo el 4% de los hogares rurales están conectados al sistema de alcantarillado. La mayoría usa pozos o arroja desechos, sin ningún tratamiento, directamente a la naturaleza, causando problemas ambientales y de salud.

El informe de 2019 del Sistema Nacional de Información de Saneamiento informa que poco más de la mitad de la población brasileña, el 54,1%, tiene recolección de aguas residuales.

¿Por qué estos números son tan bajos? El saneamiento brasileño enfrenta varios desafíos, que van desde problemas ambientales hasta causas sociales.

Medio ambiente: la región del Cerrado cubre todo el territorio de Goiás, Tocantins y el Distrito Federal, así como parte de los territorios de Bahía, Ceará, Maranhão, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais, Piauí, Rondônia y São Paulo. Es considerado el «tanque de agua de Brasil» por su posición estratégica en la formación de cuencas hidrográficas. Sin embargo, este importante bioma ha sido devastado por la expansión de la frontera agrícola. El uso de su suelo ha tenido un efecto positivo en la productividad, pero la falta de una regulación ambiental más firme ha llevado a una explotación dañina.

Desperdicios y pérdidas en la distribución de agua: las pérdidas físicas y comerciales de agua son otro problema importante. Son provocados por fugas en las tuberías, fraudes y errores de lectura en los contadores de agua y se situaron en el 39,2%, en promedio, en 2019, según el SNIS. El promedio en los países desarrollados es inferior al 20%. Un estudio realizado por el instituto Trata Brasil mostró que el volumen desperdiciado equivale a unas siete mil piscinas olímpicas por día y representa pérdidas de alrededor de R $ 10,5 mil millones anuales.

Desigualdad social: Brasil es un país de muchas desigualdades, y sabemos que las personas en situación de pobreza tienen menos acceso a agua tratada y alcantarillado. Muchos viven en viviendas irregulares, incluso en situación de riesgo, sin acceso a servicios básicos de saneamiento. Esto también causa un problema de salud pública, porque cuanta menos agua y aguas residuales tienen las personas, mayor es el riesgo de desarrollar algunas enfermedades.

Cambios climáticos: pueden provocar cambios en el régimen de lluvias, agravando el mantenimiento del agua. Las lluvias que se filtran al suelo son lluvias de baja intensidad y prolongadas, eventos que son cada vez más raros. Cuando cae una gran cantidad de lluvia en poco tiempo, existe una tendencia a la escorrentía porque el suelo alcanza su capacidad de saturación y deja de absorber.

Infraestructura: el 70% de la disponibilidad de agua brasileña se encuentra en la Amazonía, pero el 90% de la población vive en otras regiones. El agua es abundante, pero está mal distribuida. Debido al tamaño del país, no hay suficiente infraestructura para hacer frente a la complejidad del acceso al saneamiento básico para todos.

¡Pero todo tiene solución!

Cada vez son más las personas que se dan cuenta de lo valiosa que es el agua y, aunque existe en abundancia en Brasil, no es infinita. Varios sectores de la economía han realizado esfuerzos como la reutilización en la industria, el uso de tecnología para reducir el consumo de agua en la agricultura y el aumento de la cobertura, tanto en términos de suministro como de recolección, por parte de las empresas de saneamiento.

Además, a través de obras de mejora, ampliación y revitalización de las infraestructuras de abastecimiento y distribución de agua, además del uso de tecnologías e innovaciones en el sector de saneamiento, es posible mejorar el escenario de abastecimiento de agua en regiones lejanas o de difícil acceso. Se necesitan más inversiones públicas y privadas en este segmento.

Cuanta más gente tome conciencia de la importancia del agua, más respeto tendrán en el uso, cuidando de no contaminar ni desperdiciar. La educación ambiental es fundamental para formar ciudadanos participativos y conscientes de sus responsabilidades en la preservación del medio ambiente. Así, garantizamos que las generaciones futuras tendrán acceso al agua.